Tras discurrir acerca de las peripecias que efectúan con las manos los italianos al hablar con la destreza del músico al interpretar una melodía, Rosa y Butch —personajes principales de la obra IGLÚ de Guy de Cointet y Robert Wilhite— hacen una evaluación de lo que entienden por tempo rubato. El término musical que se refiere a la libertad rítmica y expresiva del intérprete, o conductor, que le da forma al fraseo a partir de variaciones y desvíos de la partitura original, es ahora una cuestión de enunciación performática. Esta misma noción de espontaneidad meditada es la que le da cuerpo a la obra de Guy de Cointet quien, por medio de asociaciones entre objetos, palabras, y lenguaje corporal, consigue subvertir los valores sociales y códigos culturales que rigen nuestro entorno. El tipo de lenguaje que de Cointet desarrolló se inspira en momentos de la vida diaria a partir de los cuales concibe una serie de situaciones, primero gráficas y luego performáticas, en las que aquellos tiempos robados, o momentos extraviados, consiguen escapar de las rutinas cotidianas. Recurriendo a fuentes tan diversas como los códigos cifrados, las radionovelas mexicanas, el mundo de la literatura y el universo de la moda, sus diálogos y escenografías se construyen como narrativas sin trama en las que intervienen la pintura, la escultura y el performance. Esta hibridación de disciplinas ha despertado nuevas resonancias entre las manifestaciones artísticas recientes, que parecen responder a la necesidad de concebirotro tipo de relatos que permitan volver a narrar esas historias que nos resultan familiares, y en las que el arte ahora puede tornarse un elemento indispensable para sobrellevar la vida diaria.