Urs Fischer produce pinturas, esculturas e instalaciones surreales a gran escala y tamaño real que parecen de otro mundo. La sensación extraña que producen responde a la confrontación entre las formas y los materiales usados, como en el caso de Nail Solo. Un clavo metálico ligeramente curvo con la altura de una persona adulta se apoya en la pared de la galería, proyectando una sombra hecha de pintura y polímeros. Fischer combina objetos reconocibles con elementos evidentemente falsos que desorientan al espectador y rompen las fronteras entre la alta y la baja cultura.