La obra de Amalia Pica busca reconstruir el pasado mediante estrategias pedagógicas que exploran los vínculos entre la realidad, la percepción y la memoria. En 2005, organizó un happening en el puerto de Ámsterdam, donde se encontraba estudiando. Distribuyó pañuelos blancos a las personas en el muelle y a bordo de un barco que partía, sin darles ninguna instrucción y dispuso dos cámaras para filmar el evento. Desde ambas orillas, los espectadores se decían adiós agitando sus pañuelos en el aire. A través de este gesto simple, Pica construye una memoria que puede ser repositorio de diferentes afectos y nos conecta con diferentes momentos y lugares.