En Tropicália, Sebastián Romo esconde las imágenes del movimiento tropicalista, imprescindible para el desarrollo del arte contemporáneo en Latinoamérica. La instalación coloca 3500 impresiones fotográficas una contra otra formando un círculo cerrado. Sin embargo, al transformar las imágenes en un objeto físico, su enorme legado se vuelve visible y cobra peso.