“Lo privado es lo público para aquellos
para quien lo personal es lo político.”
Michael Warner, Public and Private, 2005 1
Los artistas tienen una larga historia de vivir y conversar desde fuera de las normas establecidas por la sociedad. La diferencia sexual, las imágenes homoeróticas y las cuestiones de representación han aparecido a lo largo de la historia del arte; aunque más bien son los artistas contemporáneos quienes estuvieron a la vanguardia de los movimientos sociales queer y quienes ayudaron a colocar la identidad sexual al centro de los debates culturales, sociales y políticos. Debates que informaron y fueron informados por las prácticas de estos artistas y que generaron nuevas formas de pensar sobre cómo se estructura la sociedad.
Queer, hasta el siglo XIX, se empleaba como una forma de señalar cosas o individuos que se consideraban extraños, excéntricos o ajenos a las normas sociales. La palabra conlleva un tipo particular de juicio y a menudo se ofrecía como un epíteto atribuido a otros en lugar de a uno mismo. Sin embargo, no fue hasta 1894 que John Sholto Douglas, noveno marqués de Queensbury, lo utilizó específicamente como un insulto homofóbico en una carta a su hijo.
Aunque los movimientos sociales LGBTQIA+ (lesbianas, gays, bisexuales, trans, queer, intersexuales, asexuales) de las décadas de 1960 y 1970 pidieron el rechazo de las etiquetas, interpretándolas como despectivas, el término queer fue reclamado –en las décadas de 1980 y 1990– como insignia de honor por aquellos a quienes se les había aplicado como difamación. Queer se convirtió en la base de un movimiento social, cultural, académico y político impulsado por activistas, académicos y artistas, entre otros. Tomando forma en la década de los 80, en medio del sufrimiento y el silencio público que rodeaba a la epidemia del sida, queer se convirtió en un eslogan del rechazo a ser asimilado a las normas culturales. Haciendo notable un desafío a lo convencional, abrazando la diferencia y la singularidad, y actuando como una proclamación sobre la existencia de una multiplicidad de identidades divergentes, se convirtió en un grito de guerra para aquellos que luchan por ser vistos y escuchados. El objetivo no es ser aceptado como normal, sino cuestionar la centralidad categórica y la vigilancia constante de los límites de la normalidad. 2
Queer ha adquirido las características de un sustantivo, un adjetivo y un verbo. Una persona puede ser queer, pero también una comunidad o un objeto. Puede significar pertenencia, adhesión a un conjunto de ideologías culturales o sociales, o una posición de activismo político. Incluso se puede implementar como una acción, a través del queering de sujetos o materiales. El queering llevó lo privado a lo público, haciendo uso consciente del espacio, las instituciones y los sitios en la esfera pública para abordar las innumerables posiciones desde las que se postula lo queer. Creando así una comunidad formada precisamente “por [su] conflicto con las normas y contextos de [su] entorno cultural” 3 y “[trabajando] para elaborar nuevos mundos de cultura y relaciones sociales en los que se pueda vivir el género y la sexualidad … [al hacer] posible nuevas formas de ciudadanía sexual o de género, es decir, [al participar activamente] en la creación colectiva del mundo a través de públicos de sexo y género”. 4
Los artistas que se enfocan en o trabajan con la identidad queer, el queering y las estrategias de disrupción que surgieron de la teoría, los movimientos sociales o políticos queer buscan romper con lo normativo, transformar las formas de encarnación, la identidad y las relaciones sociales, y alterar el habitus por medio del cual las personas se entienden a sí mismos y su entorno. Participan en el proyecto político y social del movimiento queer con la esperanza de “[estimular la creación de] preguntas, imperativos, impulsos y objetivos que se relacionan con la capacidad de hacer algo extraño, de poner entre paréntesis la normalidad y de exigir la capacidad de rechazar, autodeterminarse o simplemente apartarse de la norma.” 6
Texto de Adriana Kuri Alamillo